4 de enero de 2011

Politiqueros

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Mírale, está allí, sentado. Se ríe de nosotros, se ríe de ti. Él se sienta sobre millones y dice que esto es sólo un proceso, que pasará y vendrá una época dorada. ¿Le crees? Dices que no con la cabeza, yo tampoco le creo. Es un farsante, como todos los demás. Mueve las manos exageradamente, sólo para distraerte de lo que en realidad dice. Prohíbe esto y aquello para nada, sólo para marear, pero no arregla nada, no hace nada que valga la pena. Cobra un pastón, sólo por joderte la vida. Se hace el silencio, ya no sabe qué decir. Pero enseguida encuentra con qué llenar el tiempo que le queda. ¿Le estás oyendo? Asientes. Me gustaría no escucharle, se burla de la población. Se burla de los pobres, halaga a los ricos. Ahora está aquí, ahora anda por allá, pero aún así es fácil seguirle el rastro. Se hace el buenote, besa a un niño, habla de la sanidad y la educación.. pero luego te da el sablazo cobrándote un 9,8% más en lo que sea. Te da la risa, no entiendo el por qué. Yo no me río, creeme.. Déjame escuchar, a ver qué suelta ahora. Já, habla de la delincuencia. ¿Qué los pobres son delincuentes? No todo el mundo puede acceder a una vivienda digna, señor, usted qué se cree. Apaga la tele, me aburre. Siempre dice lo mismo, y acaba jodiéndonos de la misma manera estúpida. Nos hemos convertido en autómatas, nos impiden pensar por nosotros mismos, exceptuando ciertos momentos de lucidez. Coges el mando. Ni se te ocurra encender la tele, me tiene frito. Sinceramente, estoy pensando en irme al monte a comer castañas y charlar con Dios.

3 de enero de 2011

Consecuencias

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Entonces, le ví. No me atreví a articular palabra, sus ojeras delataban que había estado llorando. Pensé que probablemente no fuese por mi culpa, simplemente para engañarme a mí mismo, sí... para engañarme a mí mismo. No había marcas en su cuerpo, por lo que no había habido violencia, pero se le notaba la resaca, demasiado. Nos habíamos pasado con el alcohol, las drogas, y la música. Pusimos la radio a todo volumen, casi me avalanzo sobre el hombre que vino a protestar por el volumen. El coche no estaba en el parking, no sabía dónde lo había puesto, pero tampoco me atreví a preguntarle. La habitación estaba destrozada, la pared una vez blanca, ahora era de un color rojizo por el vino. La alfombra estaba totalmente deshilachada, prefiero no saber por qué. Mi guitarra yacía destrozada en una esquina, preferí no agarrarla. No quedaba rastro del equipo de audio, me parece que salió volando por el agujero que había en la ventana. Salí al pasillo, en aquel motel de carretera, abandonado hace años, no quedaba rastro de nada. El equipo de audio estaba allí, tirado, la mitad en el pasillo, la otra mitad en el parking. Me senté en un silla de playa que no sé por qué razón estaba allí, a esperar a que saliera, para irnos. Detrás del motel había una vieja camioneta pick-up, nadie nos conoce en este lugar, empezaremos de cero.
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